En las centrales de combustión directa los desechos de la basura se queman directamente para generar vapor a alta presión que mueva una turbina conectada a un alternador que genera energía eléctrica.
En las de pirólisis los desechos se queman sin oxígeno produciendo hidrocarburos como el metanol, el diésel, el metano o el dimetiléter, utilizados luego en motores de combustión.
En las de gasificación, la materia orgánica inservible se transforma en monóxido de carbono, dióxido de carbono e hidrógeno, generando electricidad a través de motores y no por turbinas, como es lo normal. Eso sí, son más complejas.
Estas centrales producen gases tóxicos que se intenta filtrar, pero son eficientes porque dan un uso a toneladas de basura inservible. También producen ceniza con la que se obtiene coque, carbón y escoria.
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