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sábado, 15 de diciembre de 2012

Máquinas de rayos X

Desde 1895, cuando Röntgen descubrió los rayos X en un tubo de vacío, las máquinas de rayos X han evolucionado ya que son imprescindibles en la medicina.
La actual máquina de rayos X se basa en una caja de plomo que protege de las radiaciones, un tubo al vacío en el que se proyectan electrones del cátodo o electrodo negativo al ánodo o electrodo positivo formando los rayos catódicos. Estos electrones, al chocar contra una pieza llamada anticátodo generan una radiación de mayor frecuencia y energía que la radiación visible, que serían los rayos X, llamados así porque en un principio no se sabía de donde venían estos rayos. Estos rayos se hacen pasar un filtro que absorbería los fotones de baja energía para obtener una radiografía clara e irían directos a los huesos del paciente, que contienen calcio y que frenaría esta radiación.
A pesar de eso, los rayos X son muy peligrosos porque son ionizantes, provocando mutaciones en el ADN y cáncer si hay un contacto muy continuado con esta radiación. Una radiografía de rayos X equivale a dos días de radiación natural.

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